Por: Dr. Néstor García Iturbe

Recientemente publicamos un escrito de Karen Lee Wald relacionado con la condena y encarcelamiento de Ana Belén Montes, que siendo uno de los analistas principales de la Agencia para Inteligencia de Defensa, precisamente la analista encargada de Cuba, estaba trabajando para nuestra patria. Durante el juicio, Ana Belén tuvo la oportunidad de hacer una declaración, la cual forma parte de este envío para que sea conocimiento de todos ustedes. Como podrán concluir, la declaración muestra que fueron motivos políticos los que la impulsaron a solidarizarse con Cuba y que sus sentimientos en todo momento van encaminados a que Cuba y Estados Unidos pueda trabajar juntos, fuera del clima de asedio, odio, agresión e injerencia que en todo momento ha mantenido el gobierno de Estados Unidos contra nuestra isla. La declaración es la siguiente: Declaración realizada por Ana Belén Montes, que fue condenada a 25 años de prisión por trabajar para Cuba. Octubre 16 del 2002 Esta es una declaración leída por Ana Belén Montes en la corte Federal . Ella recibió una condena de 25 años de prisión por una larga carrera como espía de Cuba. Antes de su arresto, en Septiembre del 2001, Montes era analista de primera categoría en la Agencia de Inteligencia para la Defensa. Su especialidad era Cuba. «Existe un proverbio italiano que quizás sea el que describe de la mejor forma en lo que yo creo: Todo el Mundo es un solo país. En ese «país mundial» el principio de amar al prójimo tanto como se ama a uno mismo resulta una guía esencial para las relaciones harmoniosas entre todos nuestros «países vecinos». Este principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros. El establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos ser tratados- con respeto y consideración. Es un principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba.» «Honorable, Yo me involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político. Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante las últimas cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo como nosotros continuamos tratando de dictar como Cuba debe seleccionar sus líderes, quienes no deben ser sus dirigentes y que leyes son las más adecuadas para dicha nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?» «Mi forma de responder a nuestra política hacia Cuba quizás no fue la más adecuada moralmente. Es posible que el derecho a existir de Cuba, libre de la coerción política y económica, no justifique el haber entregado a la isla información clasificada para que pudiera defenderse. Yo solamente puedo decir que hice lo que consideré más adecuado para contrarrestar una gran injusticia.» «Mi mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento. Hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio – por individuos o gobiernos- lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Yo espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio. Una política como esa llevaría nuevamente a nuestro gobierno a estar en harmonía con la compasión y la generosidad del pueblo estadounidense. Ella permitiría a los cubanos y estadounidenses el aprender como compartir unos con los otros. Esto permitiría que Cuba abandone sus medidas defensivas y experimente cambios más fácilmente. Y esto permitiría que los dos vecinos trabajen conjuntamente y con otras naciones para promover la amistad y cooperación en nuestro «país mundial» y en nuestra única «patria mundial».