Al viajar por el Oriente, mantuve contacto con los monjes delTibet, en Mongolia, Japón y China. Eran hombres serenos, solícitos, reflexivos y en paz, con sus mantos de color azafrán.
El otro día, observaba el movimiento del aeropuerto de San Pablo: la sala de espera llena de ejecutivos con teléfonos celulares, preocupados, ansiosos, generalmente comiendo más de lo que debían. Seguramente, ya habían desayunado en sus casas, pero como la compañía aérea ofrecía otro café, todos comían vorazmente. Aquello me hizo reflexionar: «¿Cuál de los dos modelos produce felicidad?» Seguir leyendo