Carlos Rafael Diéguez Batista

Los filósofos de la antigüedad se preocuparon  por el lenguaje y los signos, este punto de vista inicial nunca dejó de ampliarse y diversificarse, el propio Aristóteles dividió el drama en seis partes: alma, personaje, pensamiento, dicción, música y espectáculo.

Hoy día los que hacemos radio debemos ocuparnos de la semiótica en dos campos básicos de la comunicación, sin olvidar el pensamiento de nuestros ancestros. El primero en una dimensión externa, me  refiero hasta donde llega el sonido, donde se percibe esa  señal que se esparce, no para el consumo social, sino individual.

El segundo plano es más difícil, tiene que ver con  el yo interno del realizador, del que está detrás del micrófono. Los que producimos contenidos para este versátil  medio debemos someternos a constantes autoanalisis   porque que hay tendencias a imponer nuestros gustos, y hacer espacios con puntos de vistas personales.

El yo interno  hay que alimentarlo como un disco duro de una PC con  aires renovadores, y que sea una síntesis de los gustos de la mayoría.

¿Cuál es el fenómeno que plantea la radio? ¿Emitir, recibir o facilitar el mensaje que nace en la comunidad? ¿Quién ofrece las declaraciones en una entrevista? ¿Es el primer emisor? ¿Es por tanto la radio una recolectora de mensajes? ¿Son tan parecidos sus programas o son los oyente los que se parecen?

Los signos y los códigos que permiten una acertada comunicación  de la radio con su mercado de audiencia pululan en la psiquis de la gente común. Las funciones del signo no son solo patrimonio de los medios gráficos y visuales. El hombre y la mujer que hacen radio hoy deben hurgar en los sonido de los campos y ciudades emitidos por los protagonistas naturales y artificiales, con el objetivo de apropiarse de los modelos y patrones semióticos que sirvan de referencia para la comunicación.

Esas muestras sonoras deben archivarse y actualizarse periódicamente por que acompañan la existencia del medio radial desde su surgimiento a principios del siglo XX.

La radio a diferencia del cine, nació con lenguaje articulado desde el principio; la radiodifusión canta y hace bailar a  generaciones de escuchas que la asumen como un medio acompañante. Múltiples funciones la caracterizan.

Sin la existencia de un lenguaje,  de un código o conjunto de normas y reglas que den sentido a ese lenguaje, difícilmente podríamos hablar de comunicación, de la misma manera que tampoco sería posible entablarla si no se dispone de un canal que la haga viable, si no se da una situación que la propicie -por mucho que deseemos conversar con alguien, raramente lo podremos hacer si no tenemos interlocutor-, o si no hay mensaje alguno que transmitir.

En la radio, al igual que en los otros medios, convergen todas y cada una de las condiciones necesarias para hacer de la comunicación una realidad, ya que, entre otras cosas, tiene un lenguaje y  códigos específicos de los que se sirven sus profesionales para construir toda la constelación de mensajes/sonido que llegan a nuestros oídos a través de los aparatos receptores.

Cinco aspectos constituyen la base de las creaciones artísticas y técnicas en la conformación de contenidos radiofónicos mundialmente. Fade out,  fade in, cross, corte directo y los planos. Tanto el Cine como la TV usan estas terminologías.

De hecho, si sintonizas una emisora de radio te darías cuenta, de que constantemente se suceden  y alternan voces y músicas, y en algunos casos, otros sonidos como el cantar de los pájaros, las olas del mar, ambiente de plena naturaleza, o el de un motor y un claxon de un auto.

Observarías, igualmente, que todo está perfectamente ordenado y que, por ejemplo, una voz aparece cuando ha callado otra, que un fragmento musical que emerge al inicio de un informativo (fade in) desaparece lentamente (fade out) que un locutor presenta una canción mientras se escucha el sonido,  a un volumen más bajo, las primeras frases de la música, y así un largo etcétera. Todo eso que se relacionan son signos, códigos o convenciones que se usan lo mismo en la radio de China, La FM Radio Taino de la Habana, La Voz del Níquel en Moa, en el oriente de Cuba o la Radio Nacional de Venezuela, en Caracas.

Los efectos sonoros desarrollan un papel fundamental para la producción radiofónica, al igual que la voz y la música.  La radio, es un medio comunicativo que se puede calificar de «ciego», ya que el receptor (prefiero llamarlo perceptor) no recibe ninguna imagen, ni ninguna información visual.  La radio, sólo cuenta con los recursos sonoros, como la voz, la música y los efectos sonoros.  Todos ellos, en su conjunto, deben lograr que el oyente visualice en su mente el mensaje que se le quiere transmitir, además de percibir cada uno de los matices de la situación.  Los efectos sonoros, por tanto,  persiguen el objetivo de describir paisajes sonoros.

El efecto se puede obtener de forma natural o artificial, es decir,  existe la opción de escoger sonidos directamente del medio real, mediante la grabación de los sonidos, por ejemplo, de los pájaros, del ruido del tráfico, etcétera.

O bien, a través de la creación del hombre, ayudándose a veces, con equipos técnicos.  Por ejemplo, podemos reproducir el sonido del fuego, sencillamente arrugando un papel de celofán. (Proceder tan viejo como la radio) El efecto es reconocido por el perceptor  en la medida que está asociado a una realidad, a un objeto, a un fenómeno meteorológico, etcétera. Cada barrio tiene su sonido y hay objetos que jamás se le conoce efecto ¿alguien sabe como suena la luna? Sin embargo si UD escucha el aullido de un lobo con efectos de grillos en la noche, inmediatamente piensa en la luna llena. Un código preestablecido a través de generaciones.

Por otro lado, los efectos sonoros se corresponden con una serie de funciones según su intencionalidad.  Se distinguen las siguientes funciones: descriptiva-ambiental, descriptiva-expresiva y narrativa.

La primera, contribuye a la compresión de la situación, ayuda por tanto, a percibir el entorno donde se desarrolla el mensaje.  Por ejemplo, si hablamos del campo, el trinar de los pájaros, del sinsonte nos aporta un matiz más que nos sitúa en ese ambiente en que se contextualiza el contenido.

La función descriptiva-expresiva, enfatiza el lenguaje radiofónico, es decir dota de mayor expresividad el mensaje acentuando su valor, pero no constituye un matiz imprescindible para la comprensión de éste.  Por ejemplo, en el contexto de una situación tensa o de discusión, se puede apoyar esta sensación con el sonido de un trueno.

La tercera función, la narrativa, se corresponde a aquellos efectos sonoros que por sí solos se identifican con una situación sin lugar a equívoco y, sin necesidad de otro componente adicional.  Por ejemplo, el ruido que produce un motor de coche al encenderse, sólo nos invita a pensar en esa acción.

El efecto fade-out, es frecuentemente utilizado en el medio de la radio, consiste en la desaparición progresiva del sonido.  Por ejemplo, el cesar paulatino de la lluvia, hace entender al oyente que la lluvia ha terminado.

Los componentes del lenguaje radiofónico, o, dicho de otro modo, las materias primas con las que trabaja la radio son cuatro: la voz (o el lenguaje de los humanos), la música (o el lenguaje de las sensaciones), los efectos sonoros (o el lenguaje de las cosas) y el silencio. Como es lógico, el uso que se hace de estas materias varía en función del tipo de programa y, así, mientras que en un informativo predominan las voces de aquellos reporteros y locutores que relatan las noticias, en una discoteca o en una revista musical es precisamente la música la que tiene un papel protagonista.El principal denominador común de los componentes del lenguaje radiofónico es, ante todo, su ilimitada riqueza expresiva y su gran poder de sugestión. Utilizando sólo la voz, o sólo la música, o la voz y la música, o la voz y el silencio, o todas las materias primas a la vez, podemos lograr que el oyente se alegre o se ponga triste, que visualice en su mente un paisaje, que recree un movimiento, que sienta miedo, que se entretenga o que se aburra… Porque, en el universo radiofónico, todo es posible.

EL profesor Armand Balsebre, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad Autónoma de Barcelona, aporta muchísimo sobre estos temas en el libro que, precisamente, lleva por título «El lenguaje radiofónico» el autor habla de conjuntos de formas sonoras y no-sonoras representadas por los sistemas expresivos de la palabra, la música, los efectos sonoros y el silencio, cuya significación viene determinada por el conjunto de los recursos técnico-expresivos de la reproducción sonora y el conjunto de los factores que caracterizan el proceso de percepción sonora e imaginativo-visual de los radioyentes (1)

El discurso radiofónico y su lenguaje formado con sonidos, voces, entonaciones, silencios, músicas, etc., así como las mezclas posibles se caracterizan, a diferencia de los signos lingüísticos, en su naturaleza analógica puesto que es más difícil determinar las lejanías entre el signo y su significado si reparamos, por ejemplo, en los sonidos de una ambulancia o del auricular telefónico. Estos signos tienen un gran parecido con la realidad.

Aunque existen referencias sonoras universales, cada país acumula las suyas, de ahí que en las programaciones que son para audiencias multiétnicas el producto de audio que se emite debe localizar una media o de lo contrario, lo que puede parecer o ser un signo para una región ya preestablecido para otra no existe.

Los fabricantes de sonidos para la radio deben acumular una memoria auditiva y a la vez investigar mucho, la audiencia, su mercado, porque los gustos varían de acuerdo a sus culturas.

En la radio, como en la pequeña pantalla televisiva no es una recreación fría y lejana, como en los periódicos impresos, sino que,  se ven y se sienten personas de carne y hueso que cantan, hablan, se equivocan, están ahí, dicen que están ahí y que nosotros estamos en contacto con ellos, creyéndoles en toda la realidad que nos da el habla directa y viva.

Creerles, en este caso, depende simplemente de su capacidad de mostrarse de manera emotiva y auténtica; calurosa y personal. ¿Cuánta necesidad tienen, entonces, los formatos radiofónicos de diferenciarse y ganar «independencia» respecto de hechos y opiniones como la prensa escrita para ser creíbles? ¿Es posible conseguir los mismos niveles de credibilidad que los de la prensa sin recurrir a los prototipos periodísticos?

El oyente prefiere la anécdota, frente a la noticia. La narración de los hechos donde el tiempo y el poder de síntesis deben animar cada día los nuevos signos que se impongan en la radio moderna. Ojo hay cortos espacios que parecen horas y horas que son minutos y dejan el oyente tan conectados que dicen al final «»se acabó muy pronto»».

La radio de éste siglo 21 bien pudiera convertirse en más anuncios y promociones de bien publico  y menos comerciales que atiborren el éter de etiquetas brillantes multicolores  en busca de  vender lo más inverosímil. Mientras el escucha espera y no encuentra la historia que quiere oír, no solo para informarse sino para entretenerse y aprender, nosotros hombres y mujeres de radio debemos ser más críticos y más hacedores de arte cada día con una amplia base teórica que alimente una señal más acabada cuando la amenaza de otros medios y tecnologías es evidente. Hay que sembrar ya una nueva radio.

La radio un fenómeno comunicacional

Desde finales del siglo XX el concepto  comunicar asumió dimensiones diversas para los medios y de manera particular en las personas que reciben los productos originados en los periódicos, la televisión y la radio. Si la comunicación es un vocablo  del latín «comunicare» y su significado es hacer a otro  partícipe de lo que uno tiene, no hay dudas que estamos ante la acción más trascendente del ser humano. Lamento que la comunicación no sea considerada una ciencia.

Para hacer efectivo el acto de comunicar la profesión periodística utiliza diversos géneros  como puente de   herramientas útiles  para  sostener o transformar los contenidos de las fuentes noticiosas, en un proceso de comunicación con la intervención de varios elementos: emisor o fuente, el mensaje, el medio y el destino o perceptor.

Un producto comunicacional  se transforma  de acuerdo  donde se utilice. En el caso de la radio, como medio sonoro el poder de síntesis lo patentiza,  por su inmediatez,  lo caracteriza, de ahí la reiteración  indispensable.

El hecho que la radio no posea imagen no es una desventaja frente a la TV, porque si la tuviera tampoco sería radio.  Al disponer  de recursos sonoros se convierte en una virtud que desarrolla la imaginación.

El único medio que puede comunicar hasta de espalda, a ciegas, es la radio; permite al oyente cualquier posición mientras  realiza otras labores y   escucha. Los sucesos que desprende el aparato receptor establecen un juego de imágenes producidas por las palabras, los efectos, la música y el silencio.

Para que exista coherencia en el acto comunicacional de la radio se impone como en la propia prensa plana un dominio de la escritura periodística, con mensajes claros y reiterados las veces  que sea posible en el cuerpo del texto, porque la sintonía no es permanente, en ocasiones se llega a la radio en medio de la lectura noticiosa.

El papel de la radio en la era moderna de  Internet es vital porque mientras los sitios WEB trabajan con imágenes fijas y en movimiento, el  sonido verbal y efectos sonoros de una emisora acompaña como valor agregado al internauta. La radio es un complemento eficaz para la  red de redes, bien usada es incalculable su efecto en el acto de comunicación individual. Mientras hoy la radio se aleja cada día más de la TV se acerca a la Internet  vertiginosamente, en una fusión de intercambio de sabias comunicativas, en una palabra: se retroalimentan.

El periodismo radial es un fenómeno de comunicación por excelencia con la inmediatez indiscutible que lo caracteriza  en contacto diariamente con diversas audiencias. Si  las Relaciones Públicas son un esfuerzo deliberado, planificado y continuado de establecer y mantener un entendimiento mutuo entre una organización y su público, con esta máxima,  la radio es un ejemplo.

A través de este medio sonoro surgido a principios del pasado siglo los expertos en comunicación pueden analizar tendencias sociales y formular consecuencias. No hay dudas para los sociólogos cercanos al medio radiofónico que éste constituye,  un puente para evaluar las actitudes públicas, sus gustos, con el ánimo de identificar las políticas y procedimientos adecuados con el fin de estimular las audiencias perdidas en los últimos años por el impacto de las nuevas tecnologías.

Utilizar más las Relaciones Públicas en la radio, en aras de provocar un cambio y propiciar nuevas actitudes entre los individuos desde la defensa del carácter de una nación, pasando por el cuidado del entorno hasta los detalles domésticos del hogar para hacer más llevadera la familia y tener una salud optima con el objetivo de elevar la calidad de vida, es imprescindible en el mundo de hoy.

Los que consideran las relaciones públicas un medio para vender más y penetrar los mercados en el orden financiero poseen  un criterio reduccionista, además de esa condición en la radio, mediante la publicidad, un emisor comunica a muchas personas un determinado mensaje, para ejercer influencia sobre sus decisiones de consumo o sobre sus actitudes hacia un tema o una circunstancia específica.

Un adecuado plan de comunicación social en una emisora de radio  persuade, alienta y muestra el camino a grupos e individuos en la comunidad. Se debe usar cada día más el intercambio individual, intimo entre el comunicador desde la radio con el oyente que capta el mensaje en su radiorreceptor.

Radio, periodismo y relaciones públicas

El periodista  es un profesional ligado constantemente a diversos públicos, el ir y venir a las fuentes noticiosas constituye el modo de realizar su labor en contacto con los protagonistas  de la noticia. Al ser redactor-reportero de la radio y  trabajar para  programas que generan contenidos diversos, estamos en presencia de  productos comunicacionales fruto de las relaciones publicas.

Si en el proceso de formación de periodistas incorporamos las relaciones públicas como asignatura de seguro el éxito de la profesión será superior. En los primeros años del siglo pasado, Joseph Pulitzer, célebre industrial en el campo de la información norteamericana se  interesó  porque el periodismo se desarrollara como una disciplina superior.

El ejercicio profesional del periodista debe asumirse  como una carrera por la vida, una labor eminentemente humanista, de aportes incuestionables al mejoramiento humano, para lograrlo se impone la calidad del ser que realiza el cultivo de valores con la palabra y la pluma.

Las relaciones publicas en la radio cubana ostentan desde hace más de tres lustros  una estrategia bien definida  con un pensamiento practico entre los medios emisores y las fuentes que generan contenidos que van más allá de la noticia. El vínculo con el entorno no es un acto fortuito u ocasional, en todo caso lo acompaña la intencionalidad  con la aplicación de técnicas atractivas en el mundo de las relaciones interpersonales de diferentes grupos para lograr resultados en las búsquedas, aunque para encontrar hay que llevar.

El profesional de la palabra en la radio debe llevar elegancia en su expresión corporal y espiritual acompañada de conocimientos que le permita el dialogo con un ministro, un obrero, una anciana o un niño. El periodista tiene «bandera blanca» para contactar con cualquier miembro de la comunidad, su misión es superior a la de un simple informador, por tanto necesita un dominio perfecto de la lengua.

Cuando no hay conocimientos de las relaciones públicas en el acto de búsqueda de contenidos se corre el riesgo de un resultado parcial en ocasiones arbitrario: da al traste con la calidad de las emisiones.

Las Relaciones públicas en la radio y en otros medios deben ser igual a: acercamiento a nuevos y variados contenidos, enriquecimiento de las relaciones humanas, reforzar los códigos  de una organización institucional capaz de proyectar su imagen en la comunidad y hacia el extranjero. No podemos olvidar que la revolución en las nuevas tecnologías hace que una emisora bien pequeña, ubicada en intricados parajes cuente con una página en Internet y sus mensajes sean vistos en cualquier parte del orbe.

La labor de comunicación  de un periodista en la radio es apasionante, su formación y preparación desde la universidad y dentro de los propios medios debe reunir algunos requisitos esenciales plateados por José Villaseñor García, fundador de la carrera de ciencias y técnicas de la información en la Universidad Iberoamericana (Fernández Christlieb, 1997: 94) escribió acerca del  perfil del egresado de la licenciatura en comunicación: «Su misión es comunicar el rico saber acumulado en su mensaje mediante técnicas de difusión, relaciones públicas, publicidad, radio, televisión, cine y periodismo. Controlar esos tremebundos poderes que moldean, como dócil arcilla al hombre contemporáneo». (2)

Si ser periodistas entraña sabiduría, humildad, capacidad para meditar y al propio tiempo mente ágil, debe sumársele las condiciones para presentarse ante la sociedad, requisitos que constituyen patrimonios de las relaciones publicas al propiciar  mayor productividad en la generación de contenidos y estrechar los vínculos de la prensa con las instituciones.

Radio: ideas y pensamientos

La radio es el medio por excelencia para trasmitir  ideas, es un escenario de pensamientos rodantes a través del éter, una pista interminable que lleva las palabras y el sonido de un punto a otro al instante sin límites de espacio. El italiano Guillermo Marconi (tan distante en el tiempo con su descubrimiento no imaginó que aquellas ondas contribuirían a la globalización de la humanidad; la onda corta primero, antes que los satélites, contribuyó al acercamiento de los pueblos a través de los diexistas mas adelante La AM, FM y desde finales del siglo XX el arrollador medio que ofrecen las sendas virtuales del INTERNET.

La globalización es fruto de la comunicación y NO de la economía como algunos pretenden signar a este fenómeno. La radio sin dudas ha contribuido al vínculo entre las culturas, a crear un carácter nacional, continental y mundial de acuerdo al alcance de las señales y la recepción de estas. Sobre este particular he manifestado en algunos foros que las radios se parecen a sus pueblos, pero antes, debemos pensar que si los frutos comunicionales que se emiten a través de las antenas son el resultado del intelecto individual, entonces esa obra a quien  se parece primero, es al hombre o a la mujer que la realiza.

Son los sentimientos que transitan por las ondas hertzianas  los que ponen la etiqueta del carácter de la comunidad. Virtudes y vicios son reflejados intencionalmente. Antonio Checa, de la Universidad de Sevilla, España escribió unas reflexiones sobre la radio de hoy y su salud, muy atinados, al asegurar que este medio asumió tres revoluciones sucesivas: la popularización de la FM, que favoreció un extraordinario desarrollo de la radio de proximidad y especializada, aún no concluido, luego llegó Internet, la radio electrónica, que devolvió al medio la internacionalidad que le diera en su día la onda corta, y cuyo desarrollo está actualmente en plena fase expansiva; de inmediato, al terminar el siglo pasado, llegaba la tercera revolución, la de la radio digital, aún en sus primeras fases. Se inicia incluso otra revolución, la escucha de la radio vía teléfono móvil (4)

Todos estos  profundos cambios favorecen el acercamiento de la radio, a las minorías de todo tipo, hasta el punto de que hoy esa radio es mucho más compañera, confidente o cordón umbilical que ningún otro medio, y el concepto de minoría, gracias a la radio, no se reduce al de grupo étnico o religioso que ocupa un territorio reducido, sino que incluye minorías internacionales que se vinculan gracias a la radio en la red de redes, incluso se reconocen como tales minorías vía medio radiofónico.

La radio llega a ser muy barata, en comparación sobre todo con la prensa escrita o la televisión, tecnológicamente asequible, capaz de superar fronteras y distancias largas, intensamente renovada vía Internet, abierta al futuro de la digitalización, la radio de nuestros días es vehículo siempre relevante, primordial en muchos casos, para todo tipo de minorías, lo mismo en países desarrollados que a lo largo y ancho del heterogéneo Tercer Mundo, incluso del olvidado Cuarto Mundo.

No es lo mismo la emisora con música o contenidos informativos muy concretos que se sintoniza desde un auto, que la pequeña emisora, que lo es todo para una aislada comunidad. En el barrio la radio hace de altoparlante. La radio orientada a las minorías se hace necesaria, en muchos casos imprescindible.

La Radio es el más íntimo de los medios, y llega a ser muchas veces  más que la propia vivencia del ser humano, porque su pantalla es la imaginación del individuo. Albert Eistein dijo alguna vez que: «»el don de la fantasía significaba para él más que su capacidad para asimilar el conocimiento«».

Cuba como Colombia, México, Venezuela, Brasil, Argentina, Perú y otros    países  de América son  muy ricos en ejemplos que validan con lujo de detalles la buena trayectoria en la eficacia de la radio.

La radio tiene cerca de cien años- para muchos esta vieja de edad- es cierto, pero en desarrollo y evolución  técnica cada día  es mas joven, parece que nació ayer. Ejemplos sobran en América.

En el caso de Cuba, el oyente es extremadamente exigente,  muy preparado en el orden educacional y nivel cultural. La radio tendrá las características de siempre: su flexibilidad y adaptación frente a las diferentes circunstancias que se generen y su inmediatez. Debemos reconocer que la radio tiene un lenguaje que codifica la expresión sonora con todos los recursos posibles, integrado en un mismo mensaje lo semántico y lo estético. Esta integración semántica y estética es esencial para comprender la dimensión artística de la creación radiofónica.

 

La radio por inventar

No todo esta inventado. La radio -no es una excepción-  nacida en el siglo XX   transita por  trechos de creación  y transformaciones  innovadoras, con el objetivo de enfrentar  el desarrollo vertiginoso de las comunicaciones. Y más  que la tecnología, el oyente del siglo 21 posee  mayor conocimiento, exigencia, tiene además una diversidad de opciones lúdicas y comunicativas sorprendentes.

Los nuevos años que vivimos, los que están por venir constituirán un renacer del medio radial, el soporte digital, la Internet y la explosión del mensaje virtual pueden convertirse  en aburridos esquemas. La radio que otrora cabía en un bolsillo y se daba  el lujo de ser la reina, se encuentra ahora con otros medios en el trono de la comunicación, que exigen del factor competitividad, no para expender banalidades  y productos del mercado, sino para «»venderse»» a si misma y más que comercializarse  ofrecer un producto de ideas, pensamientos nuevos y atractivos. ¿Dónde esta la clave? En el como hacer.

Nadie discute que el poder de los medios de comunicación para trasmitir ideas, valores y formas de pensar es enorme. La radio esta llamada a monitorear y «»tallar»» como un artesano  la conducta social de los individuos y que ese propio perceptor vaya a la radio como emisor a contar sus experiencias enriquecedoras. La respuesta siempre ronda los contenidos traducidos  en QUE se dice, COMO se dice, CUANDO se dice, QUIEN lo dice y CUANTO se dice. Mientras en la Internet no existen trabas para decir las mayores tonterías la radio siempre se ha vestido de la elegancia del buen decir así lo confirma la Monografía Mutaciones, desfiguraciones o adaptabilidad del idioma español en la red de redes.

El medio radial cuenta con programaciones variadas divididas en espacios de música, revistas, noticieros y otros programas que generalmente responden a la audiencia del entorno, pero debemos preguntarnos ¿cuál  es la estrategia comunicacional de una emisora local o de otra de mayor alcance?

En el mundo de hoy,  toda organización u empresa, cualquiera que sea su misión, establece su  funcionamiento sobre una estrategia. Si queremos éxito en la gestión radial en la planificación, organización de los recursos humanos, de los contenidos que se emiten y deseamos poner en antena, se necesita de un plan estratégico comunicacional desde el entorno hacia el centro emisor y desde allí al oyente.

La estrategia es el objetivo que se propone  la actividad que realiza la dirección de la empresa,  encaminado a  que su organización funcione de manera eficiente, y la mejor manera de que esto ocurra es que los conflictos en una emisora se asuman como la energía de choque para extirpar esquemas y dogmas que pululan lamentablemente en el entorno creativo.

Los  directivos de las emisoras  planificaran   su estrategia en función de los objetivos que persiga, par lo que debe definirse claramente lo que quiere conseguir, la forma de asumir los planes temáticos fijados y un posterior sistema de control.

En el contexto comunicacional se  le denomina Formulación e Implantación de la estrategia, los cuales no se quedan sólo en el estudio previo porque esa estrategia comunicacional para que surta efecto debe ser dominada por toda la empleomanía o colectivo de trabajo, ya que hasta la mas humilde de las funciones en un centro radial se subordina a los programas, la razón de ser del medio que representa.

Si para la guerra, el deporte o las cosechas se trazan estrategias la radio no es una excepción y muchos menos hoy día en que vivimos un mundo tan agitado y extraño. Dotar de conocimientos teóricos y prácticos a funcionarios, gerentes y creativos  del medio es la clave para comenzar a darnos cuenta que en la radio no esta todo inventado.

El equipo de expertos que diseña una estrategia para una empresa de productos comunicacional es como es la radio debe saber responder claramente  las  preguntas: ¿qué objetivos perseguimos? Y ¿qué acciones hemos de desarrollar para el logro de tales fines? El fin de una emisora es que sus programas se escuchen.

En el campo de la Dirección Estratégica se consideran varias  condiciones claves para el logro del éxito de la estrategia: Objetivos sencillos, coherentes y a largo plazo. Los objetivos marcados han de tener estas características, entendiendo la coherencia como las posibilidades reales de la empresa para conseguirlos. El hecho de que sean a largo plazo lo relacionamos con la difícil vuelta atrás que tienen las decisiones estratégicas que se toman.

Para hacer una estrategia para la radio es vital el conocimiento profundo del entorno competitivo. La empresa debe conocer las reglas del juego a la perfección, lo que le facilitará ventajas competitivas en caso de ser dinámica y saber mover a tiempo sus piezas.

Valoración objetiva de los recursos. La empresa, persona u organización cualquiera que aplique estos principios, debe considerar la autocrítica para competir. Ella misma es quien mejor se conoce. Una vez que conoce sus fortalezas y debilidades, tratará de cubrir estas para ensalzar las primeras.

Finalmente la implantación efectiva. Una vez que hemos formulado la estrategia con los anteriores conceptos, toca implantarla con éxito para competir en un entorno tan dinámico como el habitual.

Edgar Jaramillo asegura en su libro «Desafíos de la radio en el nuevo milenio» (5), que no solo vivimos un cambio de época, sino una época de cambios. Muy de acuerdo con él porque efectivamente, existe una aparente contradicción en el triángulo perverso en el que se entrelazan la globalización, la tecnología y las comunicaciones.

La globalización del mercado mundial exige alta eficiencia en las telecomunicaciones para establecer redes y supercarreteras por donde circulan la información y la publicidad.

No  podemos  olvidar que la radio es un medio tecnológico dependiente de la sociedad. La difusión  de los  contenidos regula la conducta del mercado de audiencia, la  distribución  oportuna o NO de mensajes públicos son capaces de detener o crear estados de opinión favorables o negativos de acuerdo al punto de vista de los creativos o grupos comunicacionales.

La radio no actúa sobre grupos  o familias como el Cine y la TV, su fortaleza radica en el  diálogo  con el individuo, es decir desde de una posición de interlocutor (ego) determina sobre la conducta del otro (alter). Aquí se cumple la teoría de sobre la ética del discurso del filosofo alemán Jurgen Habermas, quien explica que un ego opera a través de un control potencial sobre la situación en que alter se halla y tiene que actuar.

Si la regulación es el ajuste en el funcionamiento de un sistema como consecuencia de la interactividad, no queda duda que la radio se constituye en un centro de absorbencia de energía exterior elaborada internamente por los creativos de la comunicación. En este punto se transforma el contenido, recibe un proceso de purificación, se empaqueta y vuelve al entorno de donde salió  como un producto artístico de sugerencia estética nueva.

La radio comunitaria por esencia es educativa al establecer  formas dinámicas de apropiación de conocimientos por parte de los oyentes al escuchar mensajes instructivos o la participación de profesores de los propios centros educativos y colectivos  cercanos al  medio. Una adecuada  expresión radial  constituye una gran aliada  del aprendizaje popular convirtiéndose en fuente de conocimiento y de  investigación para las masas. Bajo esta premisa encontramos la acción reguladora de la radio en la sociedad.

Las voces de la radio son capaces de ofrecer a su auditorio simpatías, interés y atención. La credibilidad es fruto de la postura sincera de la palabra nacida en el pensamiento que penetra dentro de la piel auditiva y se hace sabia al repartirse en las acciones posteriores de un perceptor ávido de conocimientos.

La radio confronta las ideas, las filtra a través del imaginario pensar del público. Cuando una emisora de la comunidad es capaz de ofrecer y cumplir de manera  fiel la función informativa con una coherencia en los contenidos donde no medie lo superfluo se obtiene coherencia, acción  reguladora elemental en el medio radiofónico.

El oyente tiene derecho a recibir una información  veraz, imparcial, a tiempo y  completa; el escucha tiene el derecho además  a que esa información no afecte los principios éticos del periodismo y del medio que pone en antena una señal para ser escuchada con calidad.

Una  de las debilidades que tiene la radio hoy, es la falta de preparación  y superación  sistemática en la utilización  de los recursos del medio y de nuevas técnicas periodísticas. La calidad de la información es uno  de los requerimientos para la realizaron periodística en el mundo de la prensa moderna donde cada día lo sensacional invade el éter mientras la objetividad fenece en las redacciones.

Redescubrir la radio no es una quimera. En la actualidad los géneros periodísticos son patrimonio de los espacios noticiosos mientras otros segmentos de la programación carecen de reportajes, radio documental, comentarios o artículos. Padecemos  el dogma de la noticia al amanecer, NO pensamos en oportunidades, que al medio día o a media tarde,  deben repetirse o darse nuevas informaciones.

Por otra parte hay que desterrar de la radio el síndrome del «»lunes silencioso»» síntoma mundial en todos los medios, se descansa tanto, o mejor,  apenas se trabaja, el domingo, el propio oyente se pregunta ¿No pasó nada el fin de semana?, si pasó, pero el periodista no estuvo en el lugar de los hechos. Los hechos que ocurren los sábados y domingos constituyen viejos titulares para los martes. La radio debe  ser cada día más inmediata y tocar la medula de los problemas de la comunidad con argumentos creíbles.

Algunos teóricos del medio hablan de desafíos para el actual siglo  veintiuno entre ellos asegurar una cobertura más completa, alternativas de programación y, mejorar la calidad de los programas; pero  sobre todo, la radio debe mejorar la calidad del espectáculo.

La radio debe abandonar sus tradicionales cabinas de transmisión que la han acompañado durante casi cien años y volcar la técnica, los recursos humanos, artistas, sonidistas y periodistas a grandes y pequeñas realizaciones en exteriores. La radio se salva, si se reencuentra con su público en la calle, en las fábricas y campiñas.

Algunos se preguntan  ¿si la radio ha pasado de moda? No creo que haya pasado de moda porque no es un vestido, debemos recordar que la moda es el modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.

La propia interrogante entraña duda. Realmente ha pasado el tiempo y la radio se ha quedado estática o mejor, algunos de los que la hacen padecen el inmovilismo y se pronuncian con cierto mutis ante el empuje de los nuevos tiempos.

No creo que  el medio de los receptores y las antenas  haya pasado de moda. La radio no puede ser solo  música y noticias, es de significar la necesaria incursión en otras funciones como la educativa y la facilitación para la orientación ciudadana, ante las continencias o los sabores de la vida, porque la radio es  brújula que señala el rumbo geográfico y mental del escucha.

La radio  requiere de textos originales producidos para el medio porque el canibalismo de contenidos a la prensa escrita y de Internet en los últimos tiempos es desmedido y despersonifica la radio, la convierte en un reservorio de refritos llegados de otros soportes. El movimiento radial del Sur necesita de nuevas estrategias para la comunicación y creación de nuevos contenidos.

1 Balsebre, Armando Obras completas, volumen 2, El lenguaje radiofónico, Madrid, 2004

2 García, José Villaseñor, Técnicas de Información, Universidad Iberoamericana, México, 1997

3 Storni, Martín, Planteamiento de medios, Buenos Aires, Argentina, 2003

4 Checa, Antonio, Historia de la Prensa Pedagógica en España, Sevilla, 2002

5 Jaramillo, Edgar, Desafíos de la radio en el nuevo milenio, Colección Encuentro, Quito, 2003

6 Habermas, Jurguen, La ética del discurso y la cuestión de la verdad, Alemania, 2003

Bibliografía consultada

Actos de Comunicación desde el compromiso y la esperanza, autor

Manuel Calviño

El arte de bien Hablar, autor Ernest Wrage

Marketing Radial, autor Héctor Londoño Libreros

Etica y deontología de la comunicación social, compilación del Dr. en ciencias Julio García Luís

Manual de Relaciones Públicas de Cuba