Traducido del más allá por Max Lesnik

Donald Trump es a todas luces un depredador sexual. Su conducta para con las mujeres nos hace llegar a esa conclusión aunque sin embargo hay un buen número de mujeres norteamericanas que están dispuestas a votar por él. Algo así como el “Síndrome de Estocolmo” según el cual la víctima se identifica con su victimario y llega hasta amarlo con apasionada intensidad. Masoquismo se llama esa enfermedad.
De que los hombres “machistas” respaldan a Trump a nadie le cabe la menor duda. Como también le dan su apoyo los racistas de toda laya, desde los supremacistas blancos anti-negros y anti-hispanos hasta los simpatizantes del nazismo y el Ku Klux Klan, a los que se agregan los que dicen que no hay tal “cambio climático” que pone en peligro el planeta y la humanidad. Y no faltan cubanos de la extrema derecha que dicen estar con él.
Donald Trump está contra todos los que no lo acepten como es él y los que no piensen como él. ¡A la cárcel con ellos!, dirá Donald Trump como lo dijo de Hillary Clinton en el segundo debate por la televisión.
Donald Trump no puede ser Presidente de Estados Unidos- sería una locura suicida- y no lo será en las elecciones del 8 de noviembre. Pero el “Trompismo” no morirá con la derrota de Trump en las urnas, porque ese “nazismo” escondido que había en las entrañas de la sociedad norteamericana, lo único que ha hecho Donald Trump es sacarlo a flote y enseñarlo al mundo en toda su horrible realidad.
El “Trompismo” es anterior y peor que Donald Trump. Es el nazismo americano. El mismo perro fascista con diferente collar.
Y hasta el próximo lunes amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría, Bambarambay.